Sus nombres todavía no figuran entre los más ricos y jóvenes del mundo de la revista Forbes, aunque van por el buen camino. Ninguno supera los 20 años, pero ya cuentan con varios miles de millones en sus cuentas corrientes. Son jóvenes, emprendedores y con un don especial para los negocios y para convertir sus ideas en realidad. Fraser Doherty, Cameron Johnson o Catherine y Dave Cook han amasado millones gracias a su arrojo. Tuvieron una idea y la pusieron en marcha. Ésta funcionó y ahora son millonarios.
Cameron Johnson es posiblemente el ejemplo más sorprendente de todos ellos. En 1994, cuando sólo tenía nueve años, puso en marcha su primer proyecto. Sirviéndose del photoshop en su casa de Virginia, comenzó a diseñar invitaciones de cumpleaños para sus padres. Pronto recibió encargos de amigos y vecinos. Dos años más tarde, con 11, había ahorrado cientos de dólares y ponía nombre a su negocio: Cheers and Tears. Su aventura empresarial no quedó aquí. Con doce años ofreció a su hermana pequeña 100 dólares por su colección de muñecas Ty Beanie Babies, muy de moda y muy demandadas por aquellos tiempos y las revendió por 1.000 en eBay. Consciente del potencial de la compra que había realizado, Cameron contactó directamente con el fabricante Ty y comenzó a realizar compras al por mayor con el objetivo de vender las muñecas de nuevo en eBay y en la página web de Cheers and Tears.
En menos de un año había ganado 50.000 dólares y sembraba las semillas de su próxima aventura empresarial: My EZ Mail, un servicio de reenvío de correos electrónicos que facturaba 3.000 dólares mensuales en ingresos publicitarios.
“Con 15 años recibía cheques de entre 300.000 y 400.000 dólares al mes”, explicaba recientemente a Forbes. “Antes de mi graduación en el instituto, mis fortuna estaba valorada en más de 1 millón de dólares”. Ahora, con 23 años y varios proyectos en mente, Cameron reparte su tiempo entre conferencias y la promoción de su nuevo libro y aconseja: ”no tengas miedo al rechazo. No tengas miedo a preguntar”.
Una ‘dulce’ fortuna
Otro ejemplo especialmente sorprendente es el de Fraser Doherty. A diferencia de Cameron, que ha conseguido hacerse de oro gracias a Internet, él ha construido los cimientos de su fortuna gracias a las mermeladas SuperJam. En 2002, utilizando la receta de su abuela empezó a envasarlas en la casa de sus padres en Edimburgo, Escocia,. Al igual que Cameron, fueron sus amigos y sus allegados quienes comenzaron a hacerle pedidos, pero pronto recibió más y más, hasta que no pudo elaborarlas en casa, y decidió alquilar varios días al mes una fábrica para procesar alimentos.
A los 16 años dejó el colegio para trabajar a tiempo completo en sus mermeladas, hasta que, a principios de 2007, la cadena de supermercados del Reino Unido, Waitrose, y posteriormente Tesco, le propusieron vender sus productos en sus almacenes. Doherty aceptó el reto y pidió prestados 9.000 dólares al banco para cubrir gastos, alquilar nuevas fábricas para producir más sabores y contrata 200 empleados. El año pasado, las ventas alcanzaron los 750.000 dólares y todo hace pensar que se doblarán las cifras en 2008 –unos 50.000 tarros al día-. El valor de su empresa, SuperJam, está calculada entre uno y dos millones de dólares. Al igual que Cameron, Doherty tiene palabras de ánimo para los jóvenes emprendedores a quienes, ante todo, les recomienda se diviertan con lo que hacen.
Internet, la gallina de los huevos de oro
Los suyos no son los únicos ejemplos de un temprano éxito profesional. Con quince años, Catherine Cook y su hermano Dave de 17 invirtieron, con ayuda de su hermano mayor, Geoff -programador web-, 250.000 dólares en la puesta en marcha de MyYearbook.com, una especie de anuario de instituto online que se ha convertido en rival directo de Facebook y MySpace. Los ingresos del sitio web –con más de tres millones de usuarios y un valor de mercado superior al millón de dólares- proceden de anunciantes de la talla de Disney y Neutrogena.
Tampoco se han quedado atrás el británico Adam Hildreth y la estadounidense Ashley Qualls. El primero, entró incluso en el libro Guiness de los Récords, creó la página de marketing online Dubit Limited, dedicada a posicionar a compañías de la talla de Coca Cola entre los adolescentes ingleses. Con este proyecto consiguió ingresar cerca de seis millones de dólares antes de los 20 años. Por su parte, Ashley lanzó con sólo 14 años su página personal Whateverlife.com, su página personal en la que colgaba sus diseños. El boom de su éxito se produjo cuando empezó a crear plantillas, iconos e imágenes para MySpace. Actualmente, con siete millones de visitas diarias, se ha convertido en objeto de deseo para muchos potenciales compradores, que han llegado a ofrecer más de un millón de dólares por la franquicia, que ella ha rechazado. ¿Visión de negocio o un gran golpe de suerte?
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